Viento de Invierno

Me soltaste de tus manos,
me susurraste al oído, 
con tu voz cálida,
 pausada y reconfortante:
Anda, camina.
Anda, camina.
No temas. 
Mi niño, ni porque en esta noche de invierno, no haya luna, ni por nada, en la vida.
Hace un frío de esos que te corta la respiración.
No temas lo que esconden, cipreses y cedros, ni lo que te ulula el viento
del norte.
Anda, camina.
Anda, camina. Y fíjate allá al sur mi niño pequeño.
 en el resplandor que emanan las
luces de la ciudad.
Ve, que yo no puedo acompañarte.
Ve hijo mío por el camino que tantos días hemos andado juntos.
Y no temas.
Y ella, me soltó la mano.
 Y a pesar de la oscuridad pude ver sus blancos dientes
y bufanda roja raída por el tiempo.
Creo que luego enfermé.
 Y temblé.
Y temblé.
Temblé de miedo.
Por qué me pareció que ella se hizo polvo.

Se hizo polvo.
Se convirtió en polvo y se fue
se fue
volando con el viento.  

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