Yo mordía la noche, o el día agarrado a la cama, en la celda.
Gritaba tu nombre. Lloré y lloré.
Un espejo convexo deformaba lo real y lo convertía en algo irreal
enseñando un monstruo de tres cabezas.
Tuve miedo. Y el miedo me paralizó.
Para reencontrarme con ella.
A mi también me sucumbieron con las máquinas.
Y los venenos más fuertes.
Yo mordía la noche y grité.
De nada ha servido.
Lo juro que si no te veo, vuelvo a enfermar.
Te pido un perdón disuelto en agua,

o en la ceniza de un cigarrillo.



Barcelona se desviste con una lluvia amarga y constante.
Parece otra vez invierno y sólo me queda unos libros
rescatados del trastero, mi tabaco, en esta casa desmembrada,
y unos cuantos cigarros john player.

Las calles claman justicia e igualdad con toda esta movida de la
casa okupa” Can Vies”, yo atiendo atónito a esta especie
de democracia extraña, la pasividad de la gente soñolienta y agria
en los súpers,y lo que prometen “Podemos”.

Me la suda estos políticos, me la suda la lluvia, me la sudan los okupas....

Ante el vacío que me come las entrañas,
el escozor de las uñas mordidas debajo del agua,
hoy sólo solo es hoy.
Yo soy yo,

y parece que no exista, nada más.

Estopa y Joan Manuel Serrat - Era ...


Me abandonaste a cambio del interminable azul del horizonte del mar.
Yo te ame como se quiere sólo una vez. Dos, a lo sumo.
Tuve que escuchar en las olas del mar, que habías muerto,
y te habías convertido en coral.
Anduve y anduve,descalzo por la playa, llorando.
Y juré que para siempre tu nombre estará maldito,
que no habías existido,

y si acaso, ahora el mar azul te tenía presa.
Hoy llueve. El cielo azul se ha borrado y ha sido substituido por un cielo color cobre.
Dime que recuerdas, que te quedó de esos días velados.
Somos ceniza de un tabaco que nunca dejamos de fumar.
De nosotros queda el esqueleto y lo que nunca fuimos.
Carne. O blanca, blanquísima o cetrina.
Ojos que dicen más y hablan más,
dientes blancos con los que morder estos días extraños.
Hoy llueve. Como lo hacía hace años,

con una furia desolada.
Hojas mordidas de delirios,
días que se desvanecen cómo la ceniza de un cigarro,
despertadores colgados al revés
 marcan la hora de la ejecución.

                       Seis,
        Cinco,
 cuatro,
 tres 
ya es la hora,

la hora del no retorno,
pupila dilatada,
cuerpo sudoroso,
mente enloquecida
por el diablo ...


Uno.


crepita la luz de la viuda.