destruirme para volver a ser

Dejar los ojos cerrados. No oír nada. Dejar inertes las falanges de los dedos
hasta que se enfríen. Si pudiese, dejar que latiera el corazón unas horas
y convertirme en en una piedra. En una piedra gris y pesada.
Ser cemento. Ser farola.
Convertirme en un semáforo en ámbar en una gran avenida. O acaso un poste de luz eléctrica.
Ni respirar, nada.
Convertirme en una playa devorada por un temporal. Convertirme en el viento que azota
las yucas del paseo. Todo por dejar de ser y no tener que desear abrir los ojos, desear
el corazón latir o los pulmones para respirar o los ojos para ver.

De nuevo.

3 comentarios:

mareva mayo dijo...

y en la incandescencia de las garras
donde el dolor enciende el volcán, el sueño como un pasadizo....

abrazo J.!´

cuántas veces deseé cuántas todavía ser de la materia inerte... podríamos hacer el surrealismo del mercurio y de la sal y cuando volverse por los ojos otra vez al cuerpo, tener una garganta a más.

mareva mayo dijo...

y en la incandescencia de las garras
donde el dolor enciende el volcán, el sueño como un pasadizo....

abrazo J.!´

cuántas veces deseé cuántas todavía ser de la materia inerte... podríamos hacer el surrealismo del mercurio y de la sal y cuando volverse por los ojos otra vez al cuerpo, tener una garganta a más.

Manuel Marcos dijo...

Muy bien.