la espesura de la luna,
 se dibuja,
en navajas, cuchillas listas para ser usadas,
el usurero baila silente,
 debajo del portal inaudita mente falto de calor alguno,
hoy ya no escribo, por placer y dulzura,

me habéis lobotomizado las ideas y el curso de la vida
que discurre intranquilo como un chiquillo, que ha perdido a su madre,
y llora entre andenes, vías y calles sangrantes

hoy ya no me oigo ni el corazón, ni siento pena,
ni te espero,
porque,ahora sé,que jamás te conocí.
y me arrojé a mirar la lluvia..
la caricia, del frío, lamiendo nubes en un cielo apocalíptico..
y caminé grandes zancadas, hundiendo mis botas en el barro,
y dudé al volver la mirada, a la parada del tren...
no había nadie,
y entonces, me dije:
la soledad, no es un estado del alma que puedas sentir,
es un grito asomando a la garganta,
de auxilio, de pena, de besos..o más que todo eso, tal vez,
es no sentir, es borrarse de tu imagen, y sentirse, sobretodo,
pequeño...
pequeño...

sólo eso.

por eso me enfundé bien el gorro,
y emprendí el paso otra vez,
aún quedan días.

primera de Enero

Cuanta razón tenías de lo interesante que resulta escribir desde locutorios
no desde el olimpo o el campo de los dioses
que enciende un cigarrillo en mi pecho
y lo apaga en mis manos magulladas y uñas comidas,
Enero entiende de sol y temperaturas anómalmente altas,
de perros y gatos y caricias,
en el locutorio, no se ve ni soles, ni horizontes proclives al fracaso,
pero el silencio, me aturde,
cómo me aturdió desmorderte el alma,
o tus secretos engendrados
en el miedo o acaso,
el pecado.