Cheb Balowski - Oh Noia




Llegó la lluvia, por sorpresa, a Barcelona, cogiendo desprevenidas a las personas...
...yo me anduve la tarde caminando bajo una niebla fantasmal que bajaba de la montaña
y una suave cortina de perlas de agua que hacían de todo cuanto me rodeaba, una pátina
reluciente.
El silencio de un domingo y la lluvia.
Así decidí enterrar por fin mis sentimientos lo más hondo posible.
Decidí qué, si la tristeza había anidado en mi, de mi no saldría.
Ni con las luces del verano, ni con la calidez de la mirada de un chiquillo.
Yo estaba condenado a errar y errar sin rumbo.
Con la certeza más absoluta que mi Dios me había abandonado,
que pronto oscurecería, vendrían los gatos a los tejados, y yo habría de regresar,

a ninguna parte.

No hay nada que contar pero hay decenas de palabras con las que ponerle nombre a las cosas . Al desatino, al cielo color plata que hoy, cómo un capricho cubría Barcelona cuándo me he despertado, así
cómo éste viento violento del nordeste que barría las calles.
Qué bonito es llevar siempre una máscara para ocultar tu deformidad. Para ocultar tu mierda
de ojeras, tus ojos cargados de miedo. Tu piel cetrina.
No hay nada qué contar, sin embargo, aquí estoy. Delante del ordenador, escuchando “múm”.
Sin rumbo concreto, sin salida exacta.
Un sábado más.
Un día más de mierda, de insectos posándose en mi piel recién salida de la ducha.
Con un compañero de piso, atontado, qué mira absorto la tele. Algún programa del “Discovery Max”.
Y la desidia, y la tristeza y un líquido negro y denso cómo el petróleo me subo por las venas de las piernas y llega a mi corazón y mis arterias las distribuyen por mi cuerpo hecho jirones.
Después vendrá la cena. Más tabaco. Pastillas para dormir y alguna lectura liviana.
Y así pasan mis días. No son días, son fotogramas, sin emociones. Sin brillo.
Son garabatos en blanco y negro.
Mañana,Domingo.
Pronostican lluvia, y más viento.
Ojalá se lleve Barcelona volando con la tormenta...

...y a mi ...con ella.
Y qué sabes tu cómo duele una noche insomne de espanto.
Si es soportable  o no el fuego de un cigarrillo hundirse en tu piel.
Ya rebaso el límite del retorno del abismo,
de lo qué se le puede poner palabras o música,
o dibujos,
y sólo queda revolverse hacia un lado,
hacia al otro,
en la cama,
quedarse indiferente al Sol,
a la lluvia,
a tu cara blanca y sonriente,
porqué haber rebasado el límite es un no retorno,
es dejar tu esqueleto,
tu piel y tus vísceras,
tu alma al otro lado,
y ya no volver,
ya no volver
por qué el camino
se ha borrado
  y se ha destruido.
Y puedes llorar sin lágrimas
o gritar 
qué más da?
a quién le importas?
eres hojarasca en una vorágine de otoño.


Janis Joplin - Summertime

Suena en los altavoces de mi pc Janis Joplin. En los momentos que quiero conectar con las
emociones más intensas, también más melancólicas y por qué no, cuándo quiero alucinar con está mujer que nos dejó con 27 años, escucho “Summer Time” o “ Cry baby” o “Maybe”...
Y entonces me doy cuenta que es cierto,
que la música redime.
Ojalá pudiera llorar cómo hace unas semanas...
y qué bien te quedas después de una jartá de llorar y de mocos.
A mi viene todo con retraso, primero la situación desencadenante de la bomba que me hunde
down... down... ,
después parece ,que asimile todo, qué no me pasa nada, todo va bien ,controlo,
y por las noches, en mi cuarto sucio y roñoso..me desmorono...y es ahí, en el infierno de la oscuridad, de las horas que pasas sin poder conciliar el sueño cuando algo conecta con mis lágrimales y venga a llorar y a llorar.
Y recuerdo ésa frase : BOYS DON'T CRY. ( los chicos no lloran), pues yo sí.
Y conozco a unos cuantos que sí.Qué también, qué serán medio maricones no?
Janis me acerca a la tristeza de los “sin techo” de las calles, a ésta Barcelona puta y bastarda,
diseñada para los turista, en la que no tienes casi espacio casi ni para hacer pipí en un bar, por que
tienen el cartel de reservado el derecho de admisión. Y afuera, unos rusos comiéndose unos calamares transgénicos.
Es una burrada, un sin sentido, y tú, en medio de esta vorágine, con los pies colgando,
al precipicio.





Bendigo a los usurpadores de sueños,
 entran en las casas,cuando éstas están mudas,
 cuando la gente está al otro lado del espejo,
cuando duermen y entre sueños, se debaten,
bendigo a los que no escuchan, y a los que odian y se resienten,
les pronostico soledad, más odio y resentimiento.


No habrán más blues a medianoche.
Ni más vasos de vino extiendo-se, derramados por la mesa del comedor,
mientras el reloj, silencioso,me marca las dos de la madrugada.
He perdido mis sueños, he perdido la capacidad de soñar.
Ya no invento.
No invento palabras. Aquellas conjunciones de palabras, que tanto
me gustaban.
Sí. Ha pasado un hombre de gris. Frío y calculador. Me ha ofrecido Tiempo.
A cambio y renuncia de sueño y espejos. Y yo que iba a declinar lo qué me proponía,
por miedo y tristeza, también por cansancio, por ojeras, por insomnio, pero
sobretodo por miedo ,he aceptado el cambio.
Qué no hayan más blues de palabras. Más vómitos.
No más poemas. No más tiempo pretérito, ni más fonemas haciendo el amor a escondidas.
Y por tanto, he dejado de ser.
He dejado de ser yo para convertirme en algún otro.
Qué camina las calles, rápido. Expulsando grandes bocanadas de humo azul.
Sin mirar al cielo.
Sin mirar de frente.

Mirando, al suelo.
Otro domingo más. Marzo avanza implacable hacia la primavera, que todo sea dicho parece no haberse ido nunca. No recuerdo un invierno tan soso y descafeinado cómo éste qué ha pasado.
Domingo. Comida con la family... intento fallido de siesta. Muchas cosas revolotean
en mi cabeza.
Y a ninguna o casi ninguna atino a darle solución. Tal vez debería ser menos aprensivo y pasar
más de todo, dejar mirarme tanto el ombligo...
Por cierto, estoy teniendo unas pesadillas del carajo. Me voy a la cama pensando y porqué no, decirlo, implorando, qué por favor, me dejen tranquilo, los sueños.
Hoy me levantado varias veces. Las primeras, he venido como un zombie, al comedor y me encendido un cigarro, me lo he fumado y he vuelto a enfrascarme en mis pesadillas. Después,
simplemente, consultaba el reloj y vuelta al inconsciente.
Echo mucho de menos a mi perra. Gracias a ella, salía por las mañanas, domingos incluidos
a pasear a primera hora de la mañana...
Ahora qué me separé de ella, mi querida Bari, salgo a media mañana.
Los domingos son mortecinos, la ante sala de los lunes, qué son sin cabe peor que los domingos,
parece qué, los martes son mejores, los miércoles ya casi la cosa está hecha y los viernes
trino de de alegría por qué tengo el finde para hacer lo qué me salga del culo.
Y aquí estoy, escribiendo un texto sin coherencia alguna, hablando algo sobre los domingos con el pijama puesto a las 19,33 de la tarde...
Estoy fatal.
Mis próximos 35 años de edad pesan.
Ya no sé escribir poesía.
No sé qué escribir, pero me gusta el sonido del repiquetear de las teclas del ordenador....

Igual un día, cuento algo, como mínimo soportable.




Vacío.
Sientes que en toda tu cavidad torácica, falta aire.
Vacío.
Casi no puedes respirar.
Hormigas transitan por las palmas de tus manos y tu pies,
las agujerean y se introducen
en tu cuerpo.
Insomnio.
No puedes dormir.
Insomnio.
Te asalta la culpa, te asalta el miedo, te asalta la idea qué ésto no
tiene fin alguno.
Hace un bendito sol, pero a ti no te calienta,
la gente ríe, pero tu no ríes,
Siempre hay que llevar una máscara y decir las palabras precisas.
Para huir.
Para qué la gente, tus allegados no sé den cuenta qué por dentro,

hace frío, es invierno y estás totalmente, destrozado.  

Mala Rodríguez - Caja De Madera

)


Son ésos momentos de onanismos consumidos con tu imagen en mi cabeza
cuando te llamaría y te diría todo lo qué pienso, lo que olvidaste,
la maleta con los poemas, los cedés y las fotografías que te empeñabas,
en tirar por la ventana.
Pero los perros se reúnen en jauría cuando cae la noche en Barcelona,
y se levanta un viento frío y cortante que ulula por avenidas y callejuelas,
arremolinado periódicos y hojarasca.
Para que sintamos miedo,
para qué sintamos el miedo de hace unos años, el miedo a volar y el miedo a soñar.
Para que volvamos a sentir el ardor ése del Haloperidol pinchado y cómo nos ataban
a la cama.
Y olvidemos un beso que duraba tres canciones de Sigur Rós,o Janis Joplin,
o Mártires del Compás.
Para qué olvidemos la Barcelona de abril y sus golondrinas,
oscuras o no,
para que no rescatemos las cenas en aquellos restaurantes del Raval.
Pero me contengo, y una vez consumado el acto animal,
me enrosco, cómo los perros que vigilan, mis queridos perros...

..y me abandono a los sueños...
El barrio que colgaba de la montaña quedó atrás.
Sus calles con pendiente, adoquinadas. Los paseos con Bari. Los desayunos de croissant
y café con leche. El parque que de noche confundía palmeras y abedules, estatuas y cedros con monstruos, recortados a la luz de la luna.
Quedó atrás el 94 de "major de sarrià."
Me quedan vagos recuerdos que intento guardar en un lugar seguro de la memoria, pero poco a poco se diluyen y los voy modificando con el paso de los meses.
La luz, cambia las cosas de sitio, a lo largo del día. Cómo ésa gran escena de la tacita de café
de la película de “Azul”. Según pasan las horas, la taza parece proyectar una sombra completamente distinta.
Quedan los portales. Cerrados. Las tiendas. El bar de patatas bravas. Y al fondo la gran montaña,
con su atalaya de metal. Esa que se viste y se desviste de jirones de niebla, en los días húmedos,
de otoño o primavera.
Queda el portal de mi casa.
Quién vivirá allí ahora?
Cuándo vives en otro lado, en otro barrio y encima no tienes nada material de lo que tuviste, te sientes huérfano.
Y recuerdas y recuerdas...los años que se fueron. El 2 el 3 el 8...
y antes el 1996, el 1997...
y así quedas atrapado en la desidia, atrapado en la tristeza y te quedas para siempre sin sonrisa.
Eso, eso ya no vuelves ni a sonreír ni a reír.

Y éso es lo ultimo que debes perder y dejar atrás.


Las azoteas se tuestan ante unos días de marzo de calor e inusual monotonía,
brotan y explotan las yemas de plantas y árboles,el polen vuela.
Mientras, los usurpadores de tiempo, te dicen que corras!
Qué el tiempo se nos agota.
Trabaja.
Come.
Y duerme.
PRODUCE.
Y relaciona te des de tu “tablet” y sobretodo sé un tipo guai guai en “ facebook”
qué no se note qué estás triste
o rallado.
Los hombres de gris buscan a Momo...
para llevársela,
e impedir que el tiempo se detenga,
que la gente dialogue,
que vuelva a llover,
qué los bancos se vuelvan ruina,
y todo vuelva a empezar.


Esta Barcelona resulta aplastante ahora que recorro como una hormiguita cada día, el metro.
Cada vez más, la gente no mira. La gente en los metros está ida. Todos con sus móviles, o las tablets, o la música,y la viejecita que no entiende de tecnología...
Te puedes sentir tan sólo y vacío en un metro repleto de gente en Barcelona...
En esta ciudad ya no llueve, parece que está destinada al sol perpetuo. Al cielo azul añil.
A veces transitan nubes bajas. Pero sin más consecuencias.
Cuándo llueve, la furia se desata y lo que solía llover hace unas décadas en dos o tres días de ligera
llovizna se desploma ahora en pocas horas.
Todo está cambiando.
Los autobuses cambian de nombre, algunas calles cambian de nombre, muchos edificios con los yo crecí ya no existen y en su lugar se alzan fríos y estrambóticos edificios cuadrados. Sin ventanas.
Fríos e impersonales. Me parece que los plataneros, los árboles por excelencia en Barcelona, también se quejan. Pero ellos no hablan. No murmuran. Simplemente están ahí. Enfermando.
Viendo pasar los años. Respirando monóxido de carbono y mirando aturdidos al cielo.
Ha venido una nueva plaga a Barcelona. Los turistas, los guiris.
Extranjeros qué vienen a Barcelona a quemarse con el sol para luego contarlo en sus países.
Beber sangría y comer paellas sintéticas en las Ramblas. Y consumir. Y consumir.
Rusos con tal poder adquisitivo qué se pueden dejar en “Lacoste” sin parpadear mil euros
en cuatro prendas de ropa.
Somos una marca de referencia en el mundo.
Somos una ciudad escaparate dónde nosotros, los que nacimos en ella, cada vez nos sentimos más
excluidos porque no podemos pagar alquiler, ni comer algo en un bar, ni casi viajar en transporte público porque vale 2,15 euros. El billete más caro de transporte público de toda Europa.
Muchas veces me pregunto dónde está la Barna que conocí de pequeño.
Era amable, estaba llena de casas antiguas. No había turistas ocupando todo el gótico.
Barcelona era Barcelona. Con su Sagrada familia, con su mar Mediterráneo. Con su avenida
Diagonal y con su fascinante Ensanche.
Hoy Barcelona es algo extraño, una especie de “soho” neoyorquino. Caótico.Impersonal.

No es mi ciudad. Dónde yo nací y la que yo sentía mia.


Sentirse atrapado en una gran plaza solitaria. Una contradicción.
Sentir vacío después de haberse pegado un atracón de comida a medianoche.
Tener miedo, a qué venga el miedo, cuándo no debe. En el metro,en casa estando solo. O caminando. O cogiendo el sueño.
A veces estas comiendo con tu mejor amiga, y unos amigos de ésta,
en “la Singular”,un restaurant cool, del barrio de grácia en Barcelona y de repente
te empiezas a sentir tan estúpido cómo el camarero. Tan rococó cómo el plato de “tataki de atún”y la decoración del local.
O la conversación, realmente estúpida y fuera de lugar. Desearías evaporar-te y huir despavorido
sin pagar.
Y si fuera qué tu sólo te sientes bien con tus libros. Tu música. Tu espacio. Tu gente, contadas, con los dedos de la mano...y el resto, te sobra?
No entiendes de aplicaciones de móviles,te aborrece profundamente hablar de fútbol.
No te interesa salir los viernes por la noche, y sin embargo te preguntas por la galaxia de “Andromeda” por qué leíste algo sobre ella que te hizo despertar la curiosidad.
Qué es normal, qué está fuera de la normalidad?
Prefiero mil veces no perder la esencia qué me ha construido mal y torcido a los que sonríen
con dientes perfectos y no fuman tabaco y trabajan y piensan en casarse pronto.
Me aparto de ti, no quiero tocarte, no me gusta. Prefiero las distáncias. Aunque por ello deba

sufrir ansiedad al ver una plaza enorme, vacía.

Vetusta Morla - Copenhague

Dejaré, cuándo me vaya, unas colillas en el cenicero de metal, al lado del ordenador.
Mi libro de Miguel Hernández que me regaló mamá hace dos navidades.
Un paquete hecho trizas de john player, y una cama revuelta.
Probablemente, el resto del piso, estará recogido. El sofá. La mesa,estará limpia,
el baño también aunque no te lo puedo asegurar con certeza.
No te dejaré una nota diciéndote a qué hora voy a volver.
Y el mediodía pasará. Y la tarde. Y la luz cambiará las cosas de sitio.
Irá oscureciendo y no habré vuelto.

Me dejé la ventana del comedor abierta. Entra frío.  

Rozando la hecatombe, suelto el cuchillo, de entre mis manos,
se precipita al suelo.
El vacío es más que total.
Es absoluto.
Lo es todo, lo impregna todo cómo un mal olor de cloaca que lo baila todo.
Lo que sea o irreal, ya no importa, si tu vida pende de un hilo,
y estás metido en tu cama y tu teléfono, se ha quedado mudo.
Siniestro total si fuera coche.
El choque es brutal.
No es que deje cicatriz, es que tal vez, acabe con todo.
Si la ansiedad te come tanto por dentro que todo te parece un sueño,
te jodes,
si lloras,
te jodes,
si te sientes inseguro deambulando por la calle,
te jodes,
ya dije, que estoy rozando la hecatombe,

total.

A mi hermana Pati

No quería volver a escribir en el blog sobre ti. Lo encontraba una cosa muy personal.
Pero las cosas cambian día a día, las emociones también lo hacen según voy encajando
lo qué te ha pasado, Pati.
Mi hermana.
Cómo decía anteriormente en otros posts, hay mañanas qué despierto en un fragmento de
segundo.Y me viene la idea del derrame cerebral que tuviste. De ése 12 de septiembre de 2013.
Aquella tarde terrible, te desmayaste. Caíste. Te desmoronaste cómo un castillo de naipes, en casa
de Jesús.
Luego vino la operación a vida o muerte. Recuerdo las angustiosas imágenes que mantengo en
mi mente de los días y días y días que estuviste en coma en la UCI del Clínico.
Todos lloraban. Tú dormías, conectada a mil enchufes y monitores.
Tu despertar...
tu lento desperezar. Tenías frío.Lo emocionante qué fue volver a ver tu mirada. Y ver que movías el brazo izquierdo.
Esos días fueron cómo un chute de heroína. Demasiado fuerte, para el corazón de los que te rodeábamos...
Tú, te debatías entre un lugar y otro. Entre el frío y la tiniebla, y la vida, cálida y luminosa.
Finalmente, saliste, pequeña cabrona!...
Con tus golpes de humor, con tus cortes de mangas. Con tus peticiones insistentes de tabaco.
Yo te decía qué no podía darte un piti...
Recuerdo cómo éras antes y quién ahora Pati.
Me acuerdo qué tu me apoyabas siempre. Qué el hecho que yo me estuviese independizando
y viviendo mi propia vida justificaba mi caótico y errático rumbo.
Siempre te lo agradeceré.
Tú me sacabas a bailar en las fiestas. En las jaranas.
Hace ya dos años, conseguiste en tu piso nuevo qué bailaramos. Jesús, miraba estupefacto.
Me dijo:” Qué valiente Jordi, yo querría, pero no me atrevo.”
Te recuerdo con la pinza en el pelo, en la barra de l'etolie, entre tortillas, cañas y cafés con leche
y por encima de todo, tu sonrisa.Y el barrio sonriéndote. Te acuerdas? Claro que sí.
De golpe, un día, parece que el mundo deja de girar. Todo se congela. Hay algo que falla, y todo
se va al traste.
No entiendo, no logro entender y estoy muy enfadado con Diós, el destino o lo que rija el mundo
en por qué te toco a ti.
A ti en ese momento de paz qué ya te tocaba vivir.
La vida es jodida.
La vida nos pone a prueba cada puto día.
La vida es para bebérsela hasta la ultima gota, decía un libro si mal no recuerdo...
me anima saber qué estás aquí.
Entre nosotros. Qué cada día en la “Guttman”, avanzas y te esfuerzas por volver a caminar y ser tu misma.
La vida te ha puesto a prueba Pati y has de ganar ésta partida.
Ahí estás, jugando este partido emocionante. Con final incierto, cómo todos los partidos tan igualados de futbol.
Pero sé que lo vas a ganar. Porqué eres fuerte, y amas la vida y a tus hijos y a tu familia,

y des de tu nueva casa ves cada día que nace y lo bendices y ésta vez si vuelve a girar otra vez.
Cerramos la puerta de nuestra habitación de un portazo.
Dentro quedaron nuestros libros, nuestros poemas y un jarrón con lirios blancos,
Permitimos que la química y el oscuro poder los años y su paso,
no trajera primaveras con lluvia durante las madrugadas,
ni golondrinas que volaban al amanecer y al ocaso,
olvidamos demasiado,
por qué el miedo era demasiado fuerte,
y ahora somo dos cuerpos celestes erráticos, perdiéndose en la inmensidad,
de negro y algún punto.

Negro y algún punto titilar.