XIX


No se medía la fuerza devastadora de las noches
y sus horas,
convirtiendo el drama en algo monumental,
y todos chupaban de los locos,
insanos y taxistas,
taxidermistas,
sin saber,
que pronto, desaparecería la luna y las estrellas,
la luz
y volvería,
la lluvia y el Invierno,
 que éste veranillo había durado demasiado,
el color morado de la parra, sin embargo, no engañaba.

2 comentarios:

mareva mayo dijo...

perfecto...
el final es cénit de cuántos vinos

Unknown dijo...

te amo desde la distancia