Son ésos momentos de onanismos consumidos con tu imagen en mi cabeza
cuando te llamaría y te diría todo lo qué pienso, lo que olvidaste,
la maleta con los poemas, los cedés y las fotografías que te empeñabas,
en tirar por la ventana.
Pero los perros se reúnen en jauría cuando cae la noche en Barcelona,
y se levanta un viento frío y cortante que ulula por avenidas y callejuelas,
arremolinado periódicos y hojarasca.
Para que sintamos miedo,
para qué sintamos el miedo de hace unos años, el miedo a volar y el miedo a soñar.
Para que volvamos a sentir el ardor ése del Haloperidol pinchado y cómo nos ataban
a la cama.
Y olvidemos un beso que duraba tres canciones de Sigur Rós,o Janis Joplin,
o Mártires del Compás.
Para qué olvidemos la Barcelona de abril y sus golondrinas,
oscuras o no,
para que no rescatemos las cenas en aquellos restaurantes del Raval.
Pero me contengo, y una vez consumado el acto animal,
me enrosco, cómo los perros que vigilan, mis queridos perros...

..y me abandono a los sueños...

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