Sentirse atrapado en una gran plaza solitaria. Una contradicción.
Sentir vacío después de haberse pegado un atracón de comida a medianoche.
Tener miedo, a qué venga el miedo, cuándo no debe. En el metro,en casa estando solo. O caminando. O cogiendo el sueño.
A veces estas comiendo con tu mejor amiga, y unos amigos de ésta,
en “la Singular”,un restaurant cool, del barrio de grácia en Barcelona y de repente
te empiezas a sentir tan estúpido cómo el camarero. Tan rococó cómo el plato de “tataki de atún”y la decoración del local.
O la conversación, realmente estúpida y fuera de lugar. Desearías evaporar-te y huir despavorido
sin pagar.
Y si fuera qué tu sólo te sientes bien con tus libros. Tu música. Tu espacio. Tu gente, contadas, con los dedos de la mano...y el resto, te sobra?
No entiendes de aplicaciones de móviles,te aborrece profundamente hablar de fútbol.
No te interesa salir los viernes por la noche, y sin embargo te preguntas por la galaxia de “Andromeda” por qué leíste algo sobre ella que te hizo despertar la curiosidad.
Qué es normal, qué está fuera de la normalidad?
Prefiero mil veces no perder la esencia qué me ha construido mal y torcido a los que sonríen
con dientes perfectos y no fuman tabaco y trabajan y piensan en casarse pronto.
Me aparto de ti, no quiero tocarte, no me gusta. Prefiero las distáncias. Aunque por ello deba

sufrir ansiedad al ver una plaza enorme, vacía.

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