El barrio que colgaba de la montaña quedó atrás.
Sus calles con pendiente, adoquinadas. Los paseos con Bari. Los desayunos de croissant
y café con leche. El parque que de noche confundía palmeras y abedules, estatuas y cedros con monstruos, recortados a la luz de la luna.
Quedó atrás el 94 de "major de sarrià."
Me quedan vagos recuerdos que intento guardar en un lugar seguro de la memoria, pero poco a poco se diluyen y los voy modificando con el paso de los meses.
La luz, cambia las cosas de sitio, a lo largo del día. Cómo ésa gran escena de la tacita de café
de la película de “Azul”. Según pasan las horas, la taza parece proyectar una sombra completamente distinta.
Quedan los portales. Cerrados. Las tiendas. El bar de patatas bravas. Y al fondo la gran montaña,
con su atalaya de metal. Esa que se viste y se desviste de jirones de niebla, en los días húmedos,
de otoño o primavera.
Queda el portal de mi casa.
Quién vivirá allí ahora?
Cuándo vives en otro lado, en otro barrio y encima no tienes nada material de lo que tuviste, te sientes huérfano.
Y recuerdas y recuerdas...los años que se fueron. El 2 el 3 el 8...
y antes el 1996, el 1997...
y así quedas atrapado en la desidia, atrapado en la tristeza y te quedas para siempre sin sonrisa.
Eso, eso ya no vuelves ni a sonreír ni a reír.

Y éso es lo ultimo que debes perder y dejar atrás.

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