Viniste de un cielo imprevisible,
un cielo de tormenta y
 gaviotas que volaban erráticas, furiosas.

Me besaste y faltó el aliento de una respiración para ungir nuestras pieles,
de química perfecta para soñar que íbamos montados en trenes
que se comían los raíles.

Viniste hace demasiados años, en esta Barcelona, esquizofrénica y hueca,
en la que llovía y llovía en las primaveras en las que despuntaban las glicinas.
Me regalaste una cinta de casette.
Te la devolví, sin decirte cuantas veces la había escuchado, ni que recordaba yo
de ti.
Por qué eres un bucle, un agujero en asfalto, un torbellino,
eres un agujero negro en el espacio,

Viniste de un cielo de hierro y plomo,
y aunque no te hayas marchado, allí.
me sigo quedando absorto con todo lo que mi mente recuerda,
todo lo que
 (ellos)
no han borrado, y sigue intacto, para que yo disfrute,

en las noches negras, de insomnio.

1 comentario:

mareva mayo dijo...

bebo de tus uvas de blues y zarpazos contra la pared, se ponen belicosos los lunares del río y entre tu poesía, la herida y el canto se confunden, se agitan, atracan aves

abrazo inmenso