Yo bebí de tu desorden, 
de tus noches insomnes en esta ciudad de ruina y polvo,
yo contemplé derrotado como te marchaste sin rumbo fijo,
como tus venas azules se volvían canales de sabia, y luego te volvías
árbol, o planta,
bebí de ti y no debí,
por qué entendí la amargura,
 de la cicuta, 
que pusiste en mis labios,
para derruir los andenes de esta  ciudad maldita,
para detenerse a observar los cedros y las adelfas de cualquier parque
con nuestras huellas  y nuestras pisadas,
es para entender y comprender que nuestra estructura
es dolor incierto y difuso,
ajeno y pasajero
o acaso,polvo en un marco de una fotografía.

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