Esperanzado al volver a verte, corrí hacia a ti.
El mar, refulgía en argento,plata y espuma,olas sometidas,
a la tempestad, que azotaba la playa.
Te ví. 
Juro que te ví, al otro extremo de la playa,y tú me saludabas,
Corrí, 
descalzo,
 dejando que el agua salada, bañara mis pies.
Los rayos
 caían sin cesar sobre el horizonte ennegrecido.
Y cuando volví a mirar hacia el punto dónde creí haberte visto,
advertí que se alzaban unas escarpadas rocas grises.
El mar, cabreado, rompía contra ellas levantando monstruos de agua.
Simplemente, no eras, no existías, no estabas, grité tu nombre tres veces,

Y me arrodille en el suelo llorando.

Jamás, el mar me devolvería lo que era mío.

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