Mi telefono silenciado.
Un libro de” Pavesse” tirado por la mesilla de noche,
Y el insomnio, que sabe a diazepam sublingual, a escozor de ojos tras la lámpara.
En el comedor una taza de kellogs resecos.Migas de pan.
Las tres de la mañana.
Las tres y ocho minutos.
No puedo dormir.
No puedo dormir.
Vuelta y vuelta como si yo mismo, fuese una enorme tortilla, cocinándose en la sartén.
En el piso silencio.
Silencio que pesa.
Que muerde.
Que duele.
Silencio, que come del televisor apagado.
Que come de los electrodomésticos, que  a su vez, también duermen.
Salgo al balcón, con los pies desnudos.
No hace una mierda de frío. La plaza aún está ahí…
Iluminada, trazando una enorme circumferencia.
Me fumo un cigarro.
Dos cigarros.
Tres…
Creo que la cabeza, un día me estallará, con tanta nicotina.
Pero el insomnio es así ,de jodido.
Negro y silencioso como la noche,
Así  es, ataca, de noche, y no te libras de él,
Hasta que, o te vence un sueño ligero,
o por fín te vence el día, o escribiendo,
o leyendo, o simplemente rezando ,

para que la cabeza deje de dar vueltas.

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