Vivo, vivimos en una ciudad immaculada.
Perdida en su perfección.
Tal vez, va siendo cada vez, más “civilizada.”
Límpida.
Está prohibido pasear desnudo.
Por eso de que había dos friquis que paseaban por las
Ramblas...
rambla arriba...
rambla abajo meneando el salchichón...
Cuando te subas al metro, prohibido sentarse
en las plataformas de los vagones.
Carteles a todo color te indican en la escalera del metro,
qué “amablemente” dejes el lado de la izquierda para los “que tienen prisa”.
Literalmente.
Con los nuevos móviles android puedes leer el primer capítulo
de Cien Años de Soledad, y si te gusta, ah!
Hay que comprarlo....
La policía, invita a los homeless a no pedir
y unos trileros hacen el agosto por el centro de la urbe...
Pero lo que más me gusta y esto no es ironía
es vivir en Barcelona y ser una apéndice deforme, de ella.
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