Conduzco y paso el cartel de 230 kilómetros,
los qué me separan de ti.
Te veo en un reflejo del cristal de una tienda de ropa,
del centro de Barcelona y paso los dedos por el vidrio,
para saber sí estas detrás de mi,
riendo,como hace unos años.
Pero lo que abundan son guiris, guiris y más guiris,
sería algo así cómo un” harry Haller y su teatro mágico...”

Miro las acacias en pleno colapso primaveral
y repito,
qué me gustaría ser árbol plantado en un al corque,
para ver pasar a los transeúntes,
para permanecer, ser y estar.

Pero estoy hecho de carne y huesos,
y mi trascendencia al paso del tiempo,
mi senectud, cabalga rápido
pintando una cana en mi pelo negro.

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