Hojas mordidas de delirios,
días que se desvanecen cómo la ceniza de un cigarro,
despertadores colgados al revés
 marcan la hora de la ejecución.

                       Seis,
        Cinco,
 cuatro,
 tres 
ya es la hora,

la hora del no retorno,
pupila dilatada,
cuerpo sudoroso,
mente enloquecida
por el diablo ...


Uno.


crepita la luz de la viuda.

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