Tu me sugeriste un día,  barranco.
No entiendo qué dices, qué sientes,
por qué lloras,
el mar me cubría hoy, de espuma, y las olas
rabiosas me susurraban:
-Ven...
-Ven....
y no podía mover mi cuerpo de marioneta,
y llegar hasta la orilla.
Tu me sugeriste un día, un barranco.
Y por él, esta tarde muerta de casi julio,
me precipito.

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