A ti, que no tienes nombre...

El tiempo se nos termina. Se nos acaba en la carretera en un seco Stop!

Los días se nos escurren como peces recién pescados.
No quiero más ya, miedo, ni ojo interlocutor.
Ni a nadie que no seas tú, descalza por el piso de parquet.
Digo, el tiempo se nos termina, por qué el miedo es atroz cuando la noche traspasa
el horizonte encendido de nubes rojas y pone un mantel negro dónde apenas atinas
a ver Mercurio brillar allá, mirando al sudo-este.
Querría tanto abrazarte y en un beso contarte cosas sin sentido en un somier de madera
que crujiera sólo con acostarte....para recibir la buena noche.
Pero ésto es realmente es una pesadilla, por qué ni hay somier de madera., ni habitaciones con mesas repletas de poemas de Anne Sexton, ni un vaso de vino, ni el perro durmiendo ante
nuestros pies.No hay cocina, ni fotografías, no hay vida.
No existe nada de todo esto.
Y no es una pesadilla, ésto es lo real.

Esto es mi vida, tras un vaso de Haloperidol.

1 comentario:

mareva mayo dijo...

como un disparo que tiembla todas las paredes y arranca puertas y el crujido

pero y entre las antorchas del espanto, el fuego de unos ojos que del subsuelo cantan

consigues desangrar J
y recordar por qué la urgencia de amar al pájaro inexistente porque sus alas son la sangre que se agita