y me arrojé a mirar la lluvia..
la caricia, del frío, lamiendo nubes en un cielo apocalíptico..
y caminé grandes zancadas, hundiendo mis botas en el barro,
y dudé al volver la mirada, a la parada del tren...
no había nadie,
y entonces, me dije:
la soledad, no es un estado del alma que puedas sentir,
es un grito asomando a la garganta,
de auxilio, de pena, de besos..o más que todo eso, tal vez,
es no sentir, es borrarse de tu imagen, y sentirse, sobretodo,
pequeño...
pequeño...

sólo eso.

por eso me enfundé bien el gorro,
y emprendí el paso otra vez,
aún quedan días.