Prefiero la elegancia del vuelo de las golondrinas que van y vienen,
a la imperfección de la vida.
La perfección de una tormenta y la lluvia virulenta.
Me duele tu dualidad, tus ojos velados que un día tuvieron el brillo de la primavera,
Sigo siguiendo tus palabras, las recojo y las guardo en el bolsillo, y cuando
duermo, justo antes de dormirme, las leo otra vez, y otra vez,
y comprendo la perfección de los pétalos de una rosa.

Pero un color violáceo ha teñido mis días, mi devenir,
ha ocultado mi sonrisa.
El miedo dormir solo, enroscado, cómo un perro,
el miedo a salir a pasearse Barcelona, dándole a ésta, la espalda,

al mar que nos vio nacer.

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