La tarde caía como una baba lenta y
perezosa.
Mi parque.
El nuestro.
Una pátina de cristal indicaba que
mejor no resbalar.
La baba lenta y perezosa...
Me advirtió una chica preciosa de pelo
de cobre sobre que unía
al hombre y sus adversidades.
Un cielo de espanto crepitaba las alas
diciéndome:
-huye.
-huye..
Cobarde, bastardo, maricón.
Pero el humo gris no nos dejó ni
gritar, ni huir.
Volví a la cuna de siempre.
A la trona de madera vieja y raída.
En esa noche de espanto blanco y cielo
estrellado,
ésto ultimo lo advertí en ultima
instancia,
algo dentro me dijo:
duérmete para siempre y nadie, nadie,
oirá tu respiración pausada y lenta.
2 comentarios:
Un texto perturbador, me puso alerta.
Por cierto, llegué hasta aquí de la mano de Silvia, con tu permiso, me quedo.
Un abrazo.
HD
permiso concedido, creo que ya nos conocemos de un blog anterior mío.
Muchas gracias y besos.
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