Duelen las espigas de trigo en mi
gaznate.
Duele un aullido aterrador.
Era la noche
comiéndose en jauría una víscera de
sesos y cordero.
Las horas se desprendían con tal
prontitud
que decidió que él lloraría sólo.
A expensas
de
la
escalera
que
desciende
por el galeón
1 comentario:
Y a veces punza. Y a veces parece que es la muerte, que es para siempre. Y las palabras sangran mares por decirse. Y los suelos se tiñen. Pero por el vértigo de tu poesía se abre la vida, lo más bello y el vuelo, que aunque siempre al límite, los astros.
Te poso yo el beso... y que tu tristeza te cante.
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