No me interesa tu mirada,
tus cuencas de los ojos vaciadas de cieno,
tus cuencas de los ojos vaciadas de cieno,
No me vaciles,
No te pongas chula.
tu piel mortecina que encaja en este
cuarto
alto de la ciudad,
bañado de luz azul
sabe a miel
producida por zánganos.
Por zánganos, repito por zánganos,
no por abejas...
No interesa ya,
ni follarte la mente,
ni invitarte a un te,
me he quedado
en un estado imbécil del alma
después
que me royeras de arriba a abajo.
Veo a los coches pasar
y presupongo que
el suicido puede llegar a ser algo de lo más poético.
No más cocaína,
no más alcohol,
no
más cielos azules rebanados de sol.
Por qué quedan los huesos,
que se
parten cómo si fuesen piñones,
y queda la piel gangrenada de chutes de
felicidad
empaquetada en el Mercadona.
Métete tus orgasmos múltiples en la
mesilla de noche,
guárdate de llamarme,
o de consolarme,
Queda la ceniza de un cigarro mal
apagado,
el humo purpura,
Sobretodo, escribe las noches de luna
llena, mi querida Silvia Plath,
mi Pizarnik,
que yo seré polvo, y más polvo
depositado en una fotografía
de ésas que guardas en los armarios.
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