Me consumo con la ceniza de cada
maldito cigarrillo,
úlceras de estómagos e iris velados,
tus llamadas no me entristecen, van a
caer a un contestador automático,
que conecta con la parte mas funesta de
mi esqueleto, reseteado.
El cielo no se mueve,
los árboles no agitan las hojas,
los insectos están enojados con tanta
higiene,y no cesan de volar
en forma de libélula extraña y
errática,
el hombre busca su sentido y se pierde
en cada andén de estación
de metro.
Me pierdo en las fotografías
y no puedo,si quiera, diluirme en
onanismos frustrados.
De hecho, entiendo tan poco, que sucede
a mi alrededor;
que el “librito” de instrucciones
que leo detenidamente,
para ir al baño, no me dilata, ni las
órbitas...
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