Que quedaba tan distante en una misma
ciudad.....
Dos....
Solo dos paradas de metro.
Dos mundos
equidistantes y trémulos.
Porque la memoria muere
o es el miedo
el que hace temblar el pulso y hace
inclinar la mirada al suelo, olvidar.
Coger un lápiz y
dibujar una línea que quiere ser algo que permanezca
imborrable como una un tatuaje
escondido.
Dos paradas de metro nos separaban.
Eran dos.
Pero creo que ahora nos separa la quietud de un vaso de vino
rojo como la sangre.
Nos separa el tiempo viciado que se
deshojó y se perdió en espacio, orden y tiempo y quiere volver
pero se retuerce como un pez con un
anzuelo en la boca agonizante.
Las calles son de cartón en una
tormenta hambrienta de agua, granizo, viento y destrucción.
No nos quedan ni libros, ni películas,
ni poemas que leer, no queda ni ceniza, ni colores.
Queda un exoesqueleto perdido.
Si la Muerte Puede Bailar, sonaría a
“Anastasis”, a “Dead Can Dance”, y lo haría en un
trance
que aún estaría por sonar
1 comentario:
Certeros versos por aquí,
nos leemos.
Saludos.
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