quise estar a tu lado,
busqué tu teléfono y el numero
conducía a un buzón impersonal
que me resultaba familiar.
El otro día, ese en el que tanto rumano pedía en las calles
desiertas, me sentí raro y desconsolado.
La ciudad late despacio, al ritmo del mercurio que
espera la tormenta,
y algo bueno por suceder, entre tanto,
me refugio en músicas de sueños obstruidos,
(medio loco, medio sobrio...)
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